El sucio negocio de la gasolina
El problema de la gasolina se originó por los ridículos bajos precios del carburante, producto, a su vez, de medidas populistas y proselitistas y que, por el trauma de El Caracazo aún no superado, el Gobierno no se atreve a modificar. Desde la presidencia de Caldera, en 1996, el precio de la gasolina ha permanecido a un valor de Bs. 0,097 por litro (unos 0,14 dólares), lo que lo convierte en el más barato del mundo. Si este combustible subsidiado se exportara, se obtendrían 15 mil millones de dólares anuales. El inconveniente es que al otro lado de la frontera, la gasolina y el diésel se venden cinco mil veces más caro. Es un contrabando de extracción redondo; nada que ver con el narcotráfico, trata de blancas o venta de órganos o armas. No, aquí se trata de pasar una pimpina de gasolina al día que resulta más efectivo que trabajar por un miserable sueldo básico y menos fastidioso que vestirse de rojo rojito para enchufarse a por lo menos tres misiones socialistas. Ya desde 20