Lo anormal es lo normal
Vuelvo a escribir sobre el tema de la costumbre. Y es que cada vez me preocupa más que aceptemos como normales las cosas que no lo son. Entiendo que por cuestión de mera supervivencia no podemos sufrir por todo lo que pasa aquí todos los días. Pero tampoco irnos al otro extremo y dejarnos de horrorizar. Me tiene consternada la muerte de la enfermera de la Maternidad Concepción Palacios, asesinada a golpes por dos mujeres a quienes les reclamó porque estaban dañando el ascensor. También por el asesinato de un joven en la puerta de una farmacia, porque le pidió a un hombre que estaba orinando en el jardín del local que no lo hiciera. El hombre se montó en su carro, le dio la vuelta a la manzana y le metió dos tiros al muchacho. Solo estos dos acontecimientos en la Venezuela en la que yo crecí hubieran sacudido a la sociedad durante meses. Ahora, pasan varios a la semana y la mayoría sigue impertérrita. ¡Estamos enfermos! Hace unos 10 años la periodista Nelly Aguilera me cont