Querido Niño Jesús:



Como para ti no existe el tiempo, tal vez no te das cuenta de cuan eternos pueden resultar 13 años. Esta es la última carta que te escribo si no me traes –o te llevas- lo que te he pedido todos estos años. Y me disculpas si te suena a amenaza.

No puede ser, Niño Jesús, que estés tan ocupado que te hayas olvidado de Venezuela. ¿Te acuerdas, aquel país maravilloso al norte de la América del Sur? Sí, ese mismo. El de la gente generosa y parejera. El de abundantes recursos naturales. El de las infinitas posibilidades para todo el que viniera a trabajar...

Ya no es así. La gente generosa y parejera está dividida en dos grandes bandos por razones políticas: los que quieren y los que no quieren al Presidente. Y él, en vez de usar el magnetismo que tiene para unir y sacar el país adelante –dinero es lo que le ha sobrado- lo que hace es ahondar en la división. Y con esta atmósfera de inseguridad tan espantosa, todo el mundo está de a toque ¡y con toda la razón!

Los recursos naturales, en particular el petróleo, van palo abajo. No hay cifras oficiales, pero encima de que producimos menos de lo que el Gobierno dice (y mira que incluye toda la producción, hasta la que no es de ellos), hemos hipotecado a futuro buena parte de nuestra producción. La energía eléctrica que deberíamos tener a raudales y exportarla, escasea en todas partes. Hay lugares en los que lo raro no es que se vaya la luz, sino que venga. Y el agua... ¡con tantos ríos!... el agua también escasea y en algunos sitios está contaminada. Y si es la comida, ahora importamos cosas que antes producíamos. Hacemos ricos a los empresarios e industriales de otros países.

Los extranjeros que encontraron una tierra amiga ahora son víctimas de la xenofobia. La propiedad privada es una quimera. El trabajo ha perdido su valor porque el Gobierno ofrece darle dinero a todo el mundo. La justicia no existe. Los jueces que deciden de acuerdo a la ley pueden terminar tras las rejas, como la jueza Afiuni. Pero hay otros que pueden decidir lo que sea, por exabrúptico que parezca, y si va alineado con lo que quiere el Presidente, cuenta con el voto de sus pares.

Por todo esto, Niño Jesús, te pido un nuevo Presidente en 2012. Uno que una, que concilie, que traiga progreso y paz. Y luz para iluminarlo: lo que le va a tocar será muy duro.




 Carolina Jaimes Branger



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